El “nuevo” rol del fisioterapeuta: promover la autogestión de la salud

“Un mal hábito entra cómo un huésped, se une a la familia y finalmente, se hace con el control”
El talmud

El dolor lo podríamos definir cómo una experiencia sensorial y emocional desagradable, cómo consecuencia a una lesión real o una posible amenaza. El principal resultado de que persista en el tiempo y que se vuelva resistente a tratamientos convencionales es la disminución y pérdida del estado de bienestar, influyendo en todos los aspectos de nuestra vida e incluso volviéndose el protagonista de la vida de muchas personas. Seguro que reconocemos a personas que sufren dolor a diario y que buscan “la terapia” que de golpe y porrazo “cure “ese frustrante dolor y que le permita volver a recuperar la vida cómo era antes.

Uno de los grandes problemas en esto del dolor reside en simplificar tanto a un ser humano, que acabamos convirtiéndolo en una rodilla artrósica, una hernia discal, una columna cervical,…es por tanto un problema educacional y cultural. Ya que sabemos cómo se las gasta el dolor, hace que durmamos menos y en peores condiciones, dejamos de hacer cosas que antes disfrutábamos, pone en riesgo nuestra vida laboral y hasta nos quita las ganas de tomar un café con una buena compañía. Por todo lo que puede cambiar tu vida es injusto no intentar entenderlo.

Lo primero a tener en cuenta es que tenemos que contemplar el origen multifactorial de aquel dolor que se mantiene en el tiempo. No es lo mismo un esguince de tobillo durante la pachanga de los domingos que aquel dolor de cabeza del que no recuerdas el inicio y que te acompaña allá donde vayas. Conocer el contexto psicosocial de la persona y su contexto individual es tan importante cómo saber la biomecánica (cómo se mueve el cuerpo). Es labor del fisioterapeuta disminuir la incertidumbre de este tipo de pacientes y proporcionar un plan personal para manejar el dolor en lugar de una cura mágica e irreal.

Lo siguiente es confeccionar un plan de trabajo individualizado en colaboración entre profesional y paciente. Este plan de autogestión esta basado en asumir con responsabilidad las condiciones persistentes, que quiere decir esto: que una persona fumadora, que la sobran unos kilitos y que no hace ejercicio debe asumir que eso forma parte de su vida y por lo tanto también de su dolor. Es tan necesario que comprenda esto, cómo que un cardiópata debe cambiar de vida después de un infarto agudo de miocardio.

Los programas de autogestión deben contemplar la capacidad para hacer frente a los problemas sociales, físicos y emocionales derivados de la perdida de salud. Transformar la expectativa de un enfoque pasivo a un enfoque activo del dolor es el pilar central para la gestión a largo plazo. Un paciente no es un musculo o una articulación, por lo tanto, no lo tratemos cómo tal. Somos lo que hacemos, hablemos menos y actuemos más a otros niveles. Promovamos la vida activa y el ejercicio cómo la piedra angular, sabiendo los gustos y motivaciones del paciente.
Para facilitar y organizar la efectividad del programa de autogestión :
• Ayudar al paciente a conocer sus barreras y objetivos.
• Aconsejarlo para llevar estrategias para controlar la exacerbación de los síntomas, hasta que se solucione el problema. (por ejemplo evitar posturas mantenidas en un dolor neuropático)
• Darle herramientas o cuestionarios para evaluar la autogestión (explicarle cuando debe valorar la cantidad de dolor, dónde esta el margen para aumentar o disminuir la carga,…) y hacerle participe activamente del proceso.

La aplicación de este tipo de programas no son sencillos, por lo que involucrar a familiares y amigos puede ser interesante para optimizar el proceso. El apoyo del fisioterapeuta es crucial: la comunicación fisio-paciente, proporcionar información, marcar unos objetivos mesurables y realistas, un enfoque sin prejuicios y el feedback son algunos tips para llevar a cabo con garantías el programa de autogestión.

Lo que deseo revindicar por medio de estos párrafos es la labor sanitaria en primera línea por parte del fisioterapeuta. Somos los profesionales que más en contacto directo estamos con nuestros pacientes. Tenemos la obligación de conocer a nuestro paciente, su entorno personal y social para empoderarlo mostrándole que los cambios más relevantes en el dolor según la ciencia parten de cada uno de nosotros; mejoras en la higiene del sueño, ejercicio físico, control del estrés y una buena alimentación son algunas medidas a tener en cuenta.

Hutting, N., Johnston, V., Staal, J. B., & Heerkens, Y. F. (2019). Promoting the Use of Self-management Strategies for People With Persistent Musculoskeletal Disorders: The Role of Physical Therapists. The Journal of orthopaedic and sports physical therapy, 49(4), 212–215.

Carlos Quevedo Miguel
Socio fundador Clinica Alhondiga
COFPV 2721