Existen múltiples factores que pueden desencadenar problemas en la ATM. Entre las causas más habituales se encuentran:
Tensión muscular y estrés: Muchas personas aprietan la mandíbula sin darse cuenta, especialmente en momentos de ansiedad. Este hábito repetitivo sobrecarga la articulación y desencadena dolor y rigidez, abriendo paso a lo que conocemos como tratamiento síndrome temporomandibular.
Bruxismo: Apretar y rechinar los dientes, en algunos casos durante el sueño, genera un desgaste excesivo y fuerza anormal sobre el cóndilo y los músculos masticatorios.
Maloclusión o problemas dentales: Una forma inadecuada de encajar los dientes puede alterar el equilibrio de la ATM.
Traumatismos: Golpes directos en la mandíbula, accidentes o lesiones deportivas pueden generar desplazamientos del disco articular.
Hábitos posturales inadecuados: Mantener la cabeza en posiciones forzadas (por ejemplo, utilizando el móvil durante demasiado tiempo con la cabeza inclinada) o dormir boca abajo puede sobrecargar la zona cervical y, consecuentemente, la ATM.
Artritis y enfermedades reumáticas: Procesos inflamatorios que pueden afectar las articulaciones, incluidas las temporomandibulares.
Factores genéticos: En algunos casos, la predisposición a la disfunción puede heredarse, aunque suele combinarse con otros factores desencadenantes.
Necrosis del cóndilo: Una condición en la que el tejido óseo de esta parte de la articulación se ve afectado por un riego sanguíneo insuficiente. Este deterioro puede generar dolor intenso, pérdida progresiva de la movilidad mandibular y cambios estructurales visibles en pruebas de imagen. Aunque es poco frecuente, la necrosis condilar puede aparecer en pacientes con bruxismo severo, traumatismos repetidos o enfermedades articulares no tratadas. La detección temprana y un enfoque fisioterapéutico adecuado pueden ayudar a prevenir complicaciones más serias.