En la era de la tecnología es impensable afrontar el nuevo día sin nuestro inseparable “amigo” inteligente. Él nos informa, nos guía, se expresa por nosotros, nos comunica, nos lleva las cuentas, nos dice si lloverá o si debemos ir a la playa e incluso mantiene una conversación con nosotros; vamos… lo que podríamos definir cómo una “verdadera amistad”, de esas que actúan sin esperar nada a cambio. En este caso lo único que reclama es una pequeña dosis energética a cambio de todo su inestimable trabajo y disponibilidad.
Esta inseparable amistad la disfrutan pequeños y mayores -cada uno a su manera- puesto que nos ofrece lo que necesitamos en cualquier momento y lugar. Una relación -cómo otras- es sana si se utiliza de manera racional y en su justa medida. ¿Cuál es esa medida? ¿ Dónde está la línea entre la amistad y la dependencia? ¿Quién regula esta relación? ¿Hasta qué punto es necesario el uso del teléfono móvil en niños?…
Algunos esclarecedores datos aportados por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), muestran que un 25% de los españoles entre 18 y 64 años presenta síntomas de estar enganchado a Internet y un 26% dice reconocer que su vida personal depende en gran medida de su teléfono móvil; además remarcan que un 46% de niños entre 11 y 14 años tiene su propio móvil. Otros datos similares recogidos por el Instituto Psicológico Desconect@ nos hablan de que los españoles miran el móvil con una frecuencia nunca superior a la media hora y que, por consiguiente, consultan su móvil de media unas 50 veces diarias. Otros estudios encontraron que el uso del móvil más de cinco horas al día se asociaba con la aparición de dolor en el cuello o en el hombro. Además, el uso irracional del teléfono por los jóvenes también derivó en problemas de salud cómo cansancio, malestar físico y apatía.
Las consecuencias negativas que esto conlleva para las personas son la aparición de nuevos y extraños dolores de cuello y hombro que pueden manifestarse sin aparentes causas claras. Esto ha dado lugar al acuñamiento de un nuevo término: el Síndrome “Text Neck”, que se caracteriza por rigidez de cuello, dolor de hombros y cefaleas. Algunos autores sugieren que la postura mantenida de inclinación hacia delante para mirar el móvil, así como la frecuencia de ojeadas al smartphone, crean una presión intensa sobre las partes delantera y trasera del cuello. Según la revista «Surgical Technology International» este gesto de inclinar la cabeza cerca de los 60° puede suponer una presión para la columna cervical equivalente a cargar sobre los hombros un peso de 27 kilos.
Es evidente que un uso excesivo del teléfono móvil interviene negativamente en la salud de la población, tanto por la sobrecarga mental como por la física. La recuperación de las personas que padecen estas dolencias necesitará de la intervención cuidadosa de los profesionales sanitarios, quienes aplicarán los conocimientos y técnicas adecuadas para abordar y solventar cada caso. Además, instituciones y educadores deberían transmitir a los más pequeños el uso responsable del móvil con el fin de evitar una generación de enfermos.
Carlos Quevedo
Asociado Clínica Alhóndiga